primera novela gamberra publicada íntegramente on line y de forma gratuita

viernes, 9 de enero de 2009

TERRORISTA



Después de perder a su novia, Adela, tras el lamentable incidente de la “paja frente al espejo”, Gregorio se ve obligado a acudir a su oposición en su decrépito opel corsa que le deja tirado. Tras tomar un coche abandonado por dos magrebíes en la autopista para llegar a tiempo, es detenido por las fuerzas especiales.


TERRORISTA

Cuando volvió en sí estaba esposado a una silla en un cuarto que parecía una sala de interrogatorios. “Ha despertado”, dijo una voz detrás de él. Cuatro tíos irrumpieron en la fría habitación.
Le rodearon.
Un tipo delgado, con fino bigote a lo “cuéntame” y con entradas, se le acercó jugueteando con sus tirantes, parecía un facha de los de libro:
-Inspector Bermúdez.- dijo a modo de presentación antes de darle un bofetón.
Sin esperar a que pudiera quejarse le espetó en plena cara:
-¿Quién es Abdul?
-Y yo qué sé.- repuso Gregorio –Esto debe ser un error....mire, yo iba a examinarme de las oposiciones y....
Otra hostia.
Comenzó a sopesar seriamente la posibilidad de callarse.
-¿Quién te pasó los explosivos?- preguntó un tipo de más de uno novena, rapado al cero y con aspecto de neonazi. Un animal.
-¿Qué explosivos? - contestó el detenido muy sorprendido.
-Anda, el fulano se hace el listo.....- añadió el tal Bermúdez- Mira Pinilla, sabemos que tienes antecedentes.
-Ahhh....¿ es eso?
-Sí, disturbios urbanos.
-Ya, ya, efectivamente, disturbios urbanos, pero no fue así exactamente, lo puedo explicar. Suena peor de lo que es en realidad. Es un poco largo pero todo quedará aclarado. Miren, yo tenía problemas con mi novia por aquella época, una joven de la Europa del Este, hará de esto unos .... unos tres o cuatro años. El caso es que yo...no se si me entienden.....pero disparaba muy rápido...me iba pronto.....-
Los maderos se miraron como si el detenido fuera imbécil.
-......vamos que..... se me iba la carga, que....
-¡Tenía eyaculación precoz! - exclamó uno de los agentes.
-Exacto.- dijo Gregorio Pinilla - No crean, el 40 % de los varones de este país padecen dicha disfunción, o sea que así, a groso modo, hay por ahí sueltos unos ocho millones de eyaculadores precoces y son de gatillo fácil, ¿me entienden?.......un peligro para las damas y un filón para las tintorerías...-
Los cuatro agentes miraban a aquel tipo perplejos, ¿sería aquella una nueva técnica de resistencia al interrogatorio o simplemente se hallaban ante un gilipollas? El muy ladino no paraba de hablar:
-....el caso es que lo probé todo, mi amigo Jaime había intentado el rollo ese de la meditación, todo esa historia del sexo tántrico, como Sánchez Dragó. Mi amigo dice que puede estar ocho horas proporcionando placer a una mujer, pero yo, en verdad, pienso que como un día vengan los cazafantasmas se lo llevan detenido,.....directamente....... pero en fin.......bueno, al grano, que mi amigo Jaime probó el rollo ése, lo de la meditación, el budismo.....ya no tiene problemas, claro. Ya no tiene eyaculación precoz porque ya no folla, ahora está en el aeropuerto con una túnica naranja, pidiendo dinero a la gente, tocando un timbal y comiendo sólo arroz integral....
-Pero....¿qué coño dice? - preguntó Bermúdez.
-Espere, espere.- dijo Pinilla- Es para aclararle lo de mis antecedentes.....el caso es que también probé con medios físicos. El pene vive en un medio hostil, frío, inhóspito. Cuando entra en la vagina que es un lugar húmedo, acogedor y sobre todo, caliente, esa elevada temperatura provoca que se ..... que se .... dispare.-
Los agentes que grababan el testimonio en la sala de al lado no creían lo que estaban oyendo.
-Venid, venid, a escuchar esto.- dijo uno de ellos abriendo la puerta de la oficina y llamando a más compañeros.
Gregorio seguía y seguía hablando.
-.....en suma, que si acostumbramos al pene a estas temperaturas más altas no nos iremos al calorcito de la penetración, o sea, que me puse a ello. Es muy sencillo, se coloca el pene bajo la alcachofa de la ducha y se le pone agua calentita, agua fría, calentita, fría......- algunos agentes comenzaban a tomar notas -.....claro, eso está muy bien pensado si vives en una casa como la del Principito, donde hay agua caliente, templada y fría, pero en mi piso, como en la mayoría de los pisos de los putos pringados de este país, sólo hay agua fría que te cagas o hirviendo que te abrasas.- Gregorio vio como varios maderos asentían dándole la razón - El caso es que me puse agua fría y a continuación pasé a la caliente, resultado: me abrasé la polla.
La carcajada fue general.
-Pero oiga ¿qué cojones...- interrumpió Bermúdez.
-Shshshshst.- chistaron todos los agentes de la comisaría que parecían vivamente interesados.
Gregorio, que se había crecido, continuó:
-Pasé a otros métodos físicos. Es muy fácil. Cuando uno está en pleno acto con su chica y nota que se va a .....a ir.... en ese momento, se para, se saca el pene y tu pareja, la chica, te presiona de manera suave pero continuada la base del órgano.....eso frena el reflejo eyaculador....
-¿Puede repetir eso?- dijo una agente que tomaba notas.
-Sí, claro, el reflejo eyaculador.
-Gracias.- dijo ella.
-Pero, ¿a dónde quiere ir a parar?- preguntó Bermúdez arriesgándose a recibir una reprimenda de sus compañeros.
El detenido dijo:
-Mis antecedentes, voy a ello, voy a ello... bueno... ¿por dónde íbamos?....ah sí, la presión en la base del pene.....un método cojonudo, una presión suave, contenida...... pero claro, eso es en el caso de que tu novia sea una chica normal, pero yo estaba liado con una lanzadora de martillo búlgara.....¡que tenía unos bíceps!.....vamos, que me dejó la picha como un siete.....
Nueva carcajada.
-......entonces decidí recurrir a la psicoterapia. Pero era muy caro. Así que junté a unos cuantos colegas que a su vez llamaron a otros amigos y estos a otros conocidos e hicimos un grupo de terapia. Nos dejaron una sala en el local de la asociación de vecinos y comenzamos a reunirnos una vez por semana con una terapeuta que nos salía tirada de precio. Vamos, algo así como eyaculadores anónimos. La cosa no empezó bien, la psicóloga (que era argentina) estaba buenísima, tenía una delantera......un culo......una minifalda....si se me permite decirlo, claro, y sin afán de molestar a las agentes aquí presentes......marcaba jamón al sentarse tomando notas, como la psicóloga de los Soprano. Vamos que ante una mujer tan atractiva la peña no se pudo controlar y aquello acabó fatal. Los miembros del grupo (nunca mejor dicho) se excitaron al verla y claro, se excitaron....se excitaron......y al final, claro, se fueron. Salió de allí cagándose en nuestra puta madre. Parecía la hermana sucia de la Lewinski. Así que nos quedamos sin terapeuta y el coordinador de la asociación de vecinos nos dijo que mientras tanto ( mientras que encontrábamos otro psicólogo ) podíamos pasar a la sala de enfrente que también era sobre disfunciones sexuales.
Era un grupo de “ninfómanas obsesivamente ansiosas” en tratamiento.

El tema empezó bien, ellas se pusieron cariñosas y a nosotros nos iba la marcha, se harán ustedes una idea. Aquello llevaba camino de convertirse en una auténtica orgía pero claro, a los treinta segundos nosotros habíamos terminado y ellas.....ellas que no habían quedado muy contentas comenzaron a ponerse agresivas, nos fueron arrinconando y sacaron los consoladores. Nos defendimos pero iban armadas y nos estaban dando la del pulpo.
Créanme, no es agradable ver que uno va a morir a pollazos. Salimos huyendo y entramos en la primera sala que encontramos. Treinta tíos con los pantalones bajados, llenos de moratones y perseguidos por más de veinte ninfómanas enfurecidas con penes de goma en la mano.
No sabíamos que aquella sala era la de los agorafóbicos. Por primera vez habían logrado sacarlos de casa y pasar de las reuniones por vídeo conferencia a una reunión real. ¡Casi sesenta personas! Era un logro sin igual en la historia de la psiquiatría moderna.
Cuando entramos en tromba gritando y corriendo por nuestras vidas se agobiaron un poco, claro, y comenzaron a arrojarse por las ventanas. Abajo se reunían los paranoicos que al ver que llovía gente creyeron que los marcianos nos invadían. Hicieron sonar las alarmas y se lanzaron a apalear a aquellos tipos llovidos del cielo. Vinieron los bomberos y al ver esos cascos modernos que parecen escafandras los tomaron por refuerzos extraterrestres. Los alcohólicos y los cocainómanos se sumaron a la gresca, estaban hasta los cojones de café y pastitas. Por no hablar de los de los cursillos prematrimoniales, que estaban de un agresivo..... Fue una batalla campal. Hubo más hostias allí que una Nochebuena en el Vaticano. Nos detuvieron a todos, claro, de ahí mis antecedentes. Disturbios urbanos. ¿Ha quedado claro?- Todos los agentes miraban al detenido con la boca abierta.
-¿De verdad quiere que todo eso conste en su declaración?- preguntó el inspector Bermúdez que no salía de su asombro.
-No sé por qué no.- contestó el excéntrico detenido tan orgulloso de su disertación.
-Este tío parece subnormal.- dijo el nazi grandullón de cráneo rapado que no sabía cómo reaccionar. En eso que se abrió la puerta y apareció en la misma una chica con traje chaqueta y medias negras con topos rojos de Ágata Ruiz de la Prada. Una especie de neohippie posmoderna con el pelo corto y una única rasta que salía de su nuca y le llegaba hasta el pecho derecho.
Un fuerte aroma a porro invadió la estancia.
-No conteste ni a una sola palabra más.- dijo señalando a Gregorio con el índice para añadir tendiendo un escrito a aquel fascista de Bermúdez- Amelia Parlán, abogada defensora. Eso que tiene mi cliente, ¿es un moratón?
Mientras que los maderos negaban la evidencia la chica examinó lo que quedaba del ojo de Gregorio con aire solícito.
-Exijo que lo examine el forense. Se van a cagar.- dijo muy segura de sí misma.
-Se ha caído.- contestó el neonazi.
-Sí,..... y.....y se ha dado con el pico de la mesa.- aclaró Bermúdez.
-¿Siete veces?- contestó brillantemente la letrada que, la verdad, comenzaba a caer bien al confundido detenido. Era fácil contar los moratones- ¿Pero no han visto que este pobre hombre tiene la cara como un mapa?
Él, aunque no se veía, comenzó a asustarse.
-Se resistió en la detención.- dijo el inspector.
-Si, sí, eso......- añadieron los otros.
-Eso lo dirá el juez.- añadió ella- ¿Quieres un poco de agua?- dijo al parecer refiriéndose a su defendido.
Gregorio no llegó a contestar porque se desmayó de nuevo.



*****



Despertó en el hospital a la mañana siguiente. Su abogada, Amelia Parlán estaba sentada junto a él, en la cama. Vestía de manera más horrenda que el día anterior. ¿Sería daltónica?
-¿Qué ha pasado?- Acertó a farfullar pese a la inflamación de su boca.
-Te han detenido, pero no temas, te sacaré.
-¿A mí?, pero ... ¿y el examen, la oposición?
-Buena tapadera.- dijo ella muy entusiasmada.
Gregorio no entendía nada, por lo que su letrada, adivinando su cara de estupefacción pese a los vendajes que en parte le cubrían el rostro, comenzó a hablar:
-Mira Gregorio, te han trincado con el coche lleno de explosivos, pero puedes estar tranquilo, los otros dos miembros del comando escaparon campo a través. Te acusan de haber llamado a una pareja de la Guardia Civil para distraerles y que los explosivos pasaran por la autovía sin ser detectados.
-Pero....yo iba a examinarme de la oposición....
-Sí, sí, eso diremos, suena convincente.
-Como que es la verdad.
-Sí, sí, eso diremos. De acuerdo - repuso ella- Han ascendido a esos dos fascistas de los guardias civiles por dar el alto al coche y desbaratar tu treta.
-Pero ¿qué treta?, ¿de qué me estás hablando?, ¿tú quién coño eres?
-Amelia Parlán, abogado de “Conmutación Internacional” . Vamos a iniciar una campaña de recogida de firmas que ni la de Augusto Laorden.
-¿Laorden?. ¿El asesino de la barrena, el carpintero?-
Recordó haber leído todos los detalles sobre aquel caso en la prensa. Aquel tipo había dado un nuevo sentido al uso de la barrena y la Black and Decker.
-Sí, conseguimos sacarlo. Son unos putos fascistas.
-Pero.....era culpable, ¿no?
-Eso es lo de menos.
-Pero mató a su mujer, al aprendiz de la carpintería y hasta le dio por culo a un notario del Opus Dei que había ido a recoger un crucifijo de encargo....
-Sí pero la detención fue ilegal. Y lo torturaron.
-¿Lo torturaron? Si un madero le tiró un escupitajo y la mujer de la limpieza de la comisaría le dio dos capones......
-No se puede coaccionar a un preso. Es la ley. Hay que ofrecer garantías procesales al detenido. La campaña que montamos fue la Hostia, tú. No tuvieron más remedio que liberarlo. Y a ti te han dado mucho más. Chupao. No te preocupes, estás entre amigos, eres un héroe de la revolución y no estás solo.
-¿De la revolución? ¿De qué revolución?
-Pues de la definitiva, la de los desposeídos que acabarán con este mundo corrupto, consumista y globalizado.
El inculpado debió mirarla con cara de tonto porque a continuación dijo:
-Deben de haberte dado fuerte en la cabeza ¿eh? Hagamos un porrito.-
Y dicho esto sacó una china de su inmenso bolso de neohippie que calentó en un instante. A continuación, mientras que buscaba algo en el bolso con una mano, con la otra sacó un papel de fumar de su librillo, añadió algo de tabaco y con una habilidad digna del más preciado tahúr lió un petardo de concurso.
Gregorio pensó que quizá él era demasiado convencional, pero tanta pericia liando porros le hacía desconfiar de sus habilidades como letrada.
-Aquí está.- dijo sacando un pequeño casete del bolso que puso a grabar. Alegaremos brutalidad policial, y tortura......eso, eso, te torturaron. Por cierto.- añadió dando una profunda calada al petardo que acababa de encender-¡Esta mierda es cojonuda!, ¡es vietnamita! Toma, toma, ¡dale!
Él rehusó amablemente el ofrecimiento de su brillante letrada.
Ella exhaló el humo y se puso bizca. Entonces añadió:
-Tu coartada es cojonuda. Tú aguanta. Los otros dos miembros del comando están en lugar seguro, tranquilo.
-¿Qué comando? - Dijo Gregorio con aire ingenuo.
-Eres bueno, muy bueno......- añadió sonriendo a la vez que le señalaba con el índice- Así da gusto, trabajar con gente profesional.-
Él, por su parte, comenzó a asustarse de veras. Al parecer el coche de los dos moros iba repleto de explosivos y se iba a comer solo el marrón, una suerte de porrera activista pro derechos humanos le iba a defender, ¿qué más le podía pasar?
Entonces ella se miró la mano totalmente ida y dijo:
-Flipaaas, tengo piel de reptil, ¿lo ves? ¡Qué pasada de viaje!
Aquello no le tranquilizó mucho, la verdad.



*****



Supo en días posteriores y siempre a través de su abogada, que gracias a la gravedad de su delito le iban a procesar en un “juicio rápido”. Amelia venía a verle al hospital todos los días para preparar su defensa. Averiguó entonces, por los periódicos que le traía, que en efecto había sido acusado de ser terrorista, que en el 124 había explosivos como para volar medio país y que los integristas querían explosionar una refinería de gas propano que había junto a un colegio, una maternidad y uno de los mejores puticlubs del país provocando una masacre del cagarse.
En el vehículo se habían encontrado documentos referentes a Abdul, alias Carlos, alias Charlie, alias Benito, también “Seis dedos” y “28 centímetros”. El terrorista más buscado por todos los servicios de inteligencia internacionales después de que cambiara de cara en una costosísima operación facial tras una mano de hostias que le dieron en la comisaría de Vallecas y que pagó la Seguridad Social española. La operación, claro, que la ensalada de hostias se la dieron gratis.
Su abogada, en lugar de demostrar que él era un ciudadano ímprobo, que iba a hacer unas oposiciones y que había tenido un percance con su coche, se centró en demostrar (obsesionada por ello como estaba) que en este estado fascista se torturaba y que le habían dado la del pulpo. Vamos, que en lugar de demostrar que era más inocente que el Niño Jesús, reconocía de manera indirecta su culpabilidad al identificarle ante los medios de comunicación como “miembro de la resistencia antiglobalización depurado por un estado fascista y antidemocrático”.
Allí, en el hospital, y debido a la elevada concentración de opiáceos que surcaba sus venas (por lo de la inflamación y eso) no pudo caer en la cuenta de que debía rechazar a aquella loca como letrada por lo que, sin querer, fue directo a la hecatombe.
Supo, además, que los dos agentes de la Benemérita que de puta coña habían desbaratado un complot terrorista juraban y perjuraban (los muy falsos) que Gregorio había hablado en árabe con los dos conductores del 124 (no en vano aquella historia les había valido un ascenso) por lo que la situación comenzaba a tornarse alarmante. Gregorio Pinilla tenía sus dudas sobre el futuro que parecía, en verdad, todo negro.
-Tranquilo, Gregorio, que esto está ganado.- dijo Amelia Parlán cuando él le manifestó sus dudas, antes de comenzar a cacarear convertida en gallina por dos tripis que había ingerido.


















2 comentarios:

  1. No puedo decir que he llorao como una campeona...de la risa! Muchas gracias!
    Un abrazo enorme

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